Esta entrevista fue realizada por mi en el mes de junio de este año para reflejar la pugna que mantenía y sigue manteniendo la ultraconservadora institución eclesiastica frente a la Iglesia de San Carlos Borromeo, una pequeña parroquia situada en el madrileño barrio de Vallecas, más concretamente en Entrevías. Según manifiesta el obispado la liturgía tradicional no se realiza de forma correcta en la parroquia, es decir, los parrocos visten con ropa de calle, las ostras son sustituidas por pan o galletas y la profusa ceremonia cristiana se convierte en una asamblea donde la palabra de los feligreses adquiere un valor equivalente a la sacra palabra de los evangelios. Por los pasillos de la parroquia se puede ver a gente jubilada con sus nietos, personas que luchan por reintegrarse en la sociedad despues de su paso por la cárcel, inmigrantes de cualquier lugar en busca de una vida digna, todos hacen una piña y entonan un canto a la solidaridad más alla de la religión, las etnias y los prejuicios. En una de las paredes del templo hay un dibujo en el que se puede leer: ¿Iglesia Roja?, si, y amarilla, azul, verde y morada. Quizás la preocupación de la institución eclesiastica es el nacimiento de una nueva iglesia, una nueva forma de ver el mundo, una forma más humanista y menos dogmática, una iglesia de todos y para todos, un lugar donde lo menos importante sea quien es tu dios o en qué carajo crees, donde lo que importa son las acciones de solidaridad real que realizan las personas en favor de los sectores más marginados por la sociedad.
Javier Baeza: “Dios es un concepto tremendamente manipulado”
Desde hace unos meses la parroquia de San Carlos Borromeo, en Entrevías, es noticia por la orden de cierre recibida por el obispo de Madrid, Rouco Varela, que alega que no cumple debidamente con la liturgia cristiana. Desde entonces ha surgido un movimiento social que trata de impedir el cierre de la parroquia, más preocupada por la ayuda a los sectores marginales de la sociedad que por seguir el conservador dogma de la institución eclesiástica. Javier Baeza es uno de los curas de la parroquia, que junto a Enrique de Castro y Pepe Díaz son la cara visible de una nueva forma de entender la religión católica.
P: ¿Cómo decidió que quería ser cura y cuales fueron sus motivaciones iniciales?
R: Por un lado el conocer a otros chavales mayores, de 17 o 18 años, que en aquella época me mostraron que el ser cura podía dar felicidad a su vida. Vi que era un estilo de vida que me podía hacer feliz, como a fecha de hoy lo es, y además que esa felicidad estaba basada en servir a la gente.
P: ¿Les molesta ser conocidos en los medios de comunicación como “los curas rojos”?
R: Molestarnos no, pero creo que es una adscripción más de los años de la Transición, un poco obsoleta, pero bueno, si lo de ser cura rojo significa o equivale a compartir tu vida con los demás, desde ahí si, pero la tipología política en este sentido ni nos sentimos identificado ni gastamos más fuerza en ello.
P: ¿Qué motivos alega tener el obispado para exigir el cierre de la parroquia de San Carlos?
R: Hay unas razones formales, que son las que ellos han dado a los medios de comunicación. Por un lado que nuestra liturgia no es católica y no sigue el ritual de la Iglesia oficial y la otra razón que nuestra catequesis no esta homologada. Yo creo que eso es lo formal, lo real es que durante muchos años esta parroquia se ha significado, no solo por su compromiso con el mundo de la exclusión social, sino por, desde ese compromiso, denunciar y poner en cuestión todas las instituciones de poder, entre ellas la Iglesia, que de alguna manera dificultan el que el ser humano sea libre. Por otro lado, en el fondo real hay una asintonía por parte de la Iglesia institucional de entender el evangelio de Jesús como un compromiso desde el lugar social de los últimos. Yo creo que eso es lo que más rechina en la Iglesia.
P: Sin embargo desde el obispado se habla de la creación de un centro de Caritas. ¿Responde esto a algún tipo de cortina de humo?
R: Si iría en esa línea. Después del comunicado que emitieron ha habido un silencio absoluto por parte del obispado. La Iglesia plantea una dicotomía, por un lado va la celebración de la fe y por otro la acción socio-caritativa de la Iglesia. A mi me parece que eso es falso, yo entiendo como creyente, que si existe algún maridaje absolutamente indisoluble es el de la proclamación de la fe y la lucha por la justicia. No se puede separar la acción social de la iglesia.
P: ¿Se esperaba la amplia reacción social ante la amenaza de cierre de la parroquia de San Carlos Borroneo?
R: No, sin embargo pienso que la repercusión social ha venido por sacar el conflicto a la opinión pública, no solo a los creyentes .Creo que ha sido la decisión más acertada durante este mes y medio que llevamos de conflicto porque ha sido una manera de verbalizar y expresar que lo que ocurre dentro de la Iglesia, como institución pública que es, son problemas que nos atañen a los creyentes y a todos los ciudadanos. Si algo dificulta la vida de la Iglesia es esa tentación que hay de lavar los trapos sucios dentro de casa, a mi me parece que la Iglesia tiene que ser limpiada de forma pública porque tiene que ser una institución abierta.
P: ¿Creé que el caso de San Carlos se esta extendiendo más allá del barrio y la ciudad?
R: Si, lo que ocurre o pueda llegar a ocurrir en torno a la parroquia es una situación que, desde luego, nos ha desbordado positivamente. Yo hablo de una marea de solidaridad que se ha creado en el barrio, en la ciudad, en el país y en el mundo, recibimos comunicados y cartas de todo el mundo. A mi me parece que ha sido un revulsivo para muchos creyentes y para muchos colectivos sociales, el decir ya esta bien, no se pueden hacer las cosas de cualquier manera y desde luego hay cosas que no son tolerables.
P: ¿Es un movimiento que va más allá de lo estrictamente religioso?
R: A mi me parece que existe una gran manipulación de muchas personas e instituciones de lo religioso. Lo religioso se ha vinculado a lo puramente misterioso. Desde ahí tendríamos que hablar que Jesús (de Nazaret) no ha sido religioso porque Jesús ha tenido un compromiso político y social muy fuerte. Para mi hablar de proclamación de la fe es hablar de lucha por la justicia y hablar de lucha por la justicia es hacerlo de proclamación de la fe.
P: ¿En que campos sociales actúa la parroquia?
R: En todo lo que tiene que ver con el mundo de la exclusión social. Hablamos de un sistema social que crea y vomita marginación y desde ahí el compromiso es en torno a la exclusión social. En nuestras casas hay viviendo gente con problemas de droga, de alcohol, inmigrantes, menores, todo aquello que ,digamos, habita los últimos lugares de los sectores sociales de exclusión social.
P: ¿Se ha producido algún cambio en la iglesia tras la proclamación de Benedicto XVI como máximo representante de la iglesia católica?
R: Es pronto todavía. Pero me parece que el pontificado de Benedicto XVI es en el ámbito del conservadurismo igual que el pontificado de Juan Pablo II, una vuelta, no a las raíces cristianas sino a la tradición más conservadora de la Iglesia, a la tradición ritual. Por otro lado es un situar a la Iglesia víctima de este mundo, la Iglesia es la que sufre, la Iglesia es la que es perseguida y sin embargo eso no esta yendo de la mano de una Iglesia al lado de las verdaderas víctimas de este mundo. Hemos descubierto que los vicarios de cristo son los pobres. Ni se ha producido ni creo que se vaya a producir un cambio sustancial en cuanto la apertura de la Iglesia al mundo. Este papa ha sido un hombre que se ha significado por sus condenas al mundo y a muchos teólogos. Lo que esperamos son muchas menos concesiones a la apertura y a la independencia.
P: Actualmente en el mundo, ¿cree que las religiones están siendo un elemento de unión o de enfrentamiento?
R: Creo que todas las religiones están en un momento de conflicto debido a que la idea o la imagen de Dios es un concepto tremendamente manipulado desde los poderes de este mundo. Como antítesis tenemos el terrorista americano George Bush aclamando a Dios en la invasión y el terrorista Bin-Ladem, amamantado por el poder económico americano, aclamando a Dios, todo en aras de la dictadura contra el ser humano. En ese espacio yo creo que la Iglesia que no sirve al ser humano más roto, más débil, más pequeño, me parece que es una Iglesia al servicio de esa manipulación de Dios.
P: ¿Cree que la iglesia debería mantenerse al margen de la política?
R: No, uno de los personajes políticos más importantes de la historia fue Jesús. Otra discusión sería el posicionamiento público de la Iglesia institucional tan cercano a la derecha, e incluso me atrevería a decir a la extrema derecha española. La Iglesia institucional española intenta influir en la sociedad desde el poder y otros, si algo influimos, es para influir en la sociedad desde el compromiso con los sectores sociales más vulnerables y pequeños, es lo que nos diferencia. Una es la Iglesia que impone y otra la Iglesia que sirve.
P: A raíz de tus discrepancias con la institución eclesiástica, ¿has pensado alguna vez en colgar el hábito?
R: Hasta ahora no, porque a mi me salieron los dientes en la Iglesia, creo que en la Iglesia cabemos todos. Si alguien entiende que no cabemos todos, pues ya sabe donde tiene la puerta. La Iglesia no es la dueña del mensaje de Jesús. Creo que la Iglesia no es mía, pero tampoco de ellos. Al inicio de este conflicto cerca de 153 curas de Madrid habían pedido al cardenal que se nos suspendiera “ad divinis”, que significa que la Iglesia no nos reconociese como curas.
P: Hablando de inmigración, ¿Cómo valoras las políticas de inmigración que hoy en día se desarrollan en España?
R: Hay un interés migratorio en la importación de mano de obra, todos aquellos oficios que la España rica no quiere realizar, que la realicen los inmigrantes. Por otro lado una política, pero no solo de España sino de Europa, de lógica de no querer aceptar el conflicto de la inmigración porque eso supondría aceptar y cuestionarnos un sistema económico mundial que sigue permitiendo el que sigan muriendo tantos miles de personas de hambre. Aceptar que los pobres vengan al carro de los ricos supone compartir nuestra tarta y esto supone denunciar que vivimos en un planeta que es injusto. Estamos en un mundo donde hay un pecado del sistema, porque sigue creando marginación. Esto solo podrá cambiar si los que estamos abajo somos capaces de oponernos y quebrar ese círculo vicioso.
2 comentarios:
Muy buena la entrevista y muy bueno el personaje. Creo que a este tipo de gente hay que darle el eco que merece.
Buen trabajo paquito!!
Una delicia periodística.
Si es que cuando se vale, se vale.
O no Pak?
jeje
Gran Iglesía Roja...y verde, azul, amarilla......
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